IA en la ventana Overton
La ventana Overton contiene el espectro de propuestas políticas que la opinión pública puede considerar o llegar a considerar como candidatas a convertirse en ley en un momento dado. Las que caen dentro de la ventana tienen una valoración de «aceptables», «sensatas» o «populares». Las de fuera de la ventana se calificarían como «impensables» o «radicales».
Para conseguir que una idea pase de «impensable» a «aceptable» hay que actuar. Lo que, en tiempos de liderazgos débiles en los ámbitos de la política oficial, se hace cada vez más en los medios de comunicación y en las redes sociales. La serie "La fiebre" (Movistar) relata como una hábil manipuladora consigue que una propuesta - la de ampliar a la población en general el derecho a poseer un arma de fuego para 'protegerse' - transite de «impensable» a «popular». Recomendable.
Supongo que la ventana Overton sirve para analizar la actuación de populistas de todo tipo. Pero no es mi terreno. Lo que me ha hecho recordarla es una declaración de Eric Schmidt, el influyente milmillonario ex-CEO de Google. En ella afirma que los países serán incapaces de organizarse para hacer frente a los objetivos de descarbonización, más aún ante la previsión de la enorme demanda de energía que requiere la expansión de la IA. En consecuencia, en lugar de tomar medidas para reducir el uso de energía por parte de la industria de la IA, Schmidt propone acelerar la construcción de grandes centros de cálculo, confiando en que futuros avances en la IA darán con la solución a la crisis energética.
Imagino que muchos calificarán su propuesta como inaceptable, o como mínimo de radical. Pero no está de más tomar en cuenta que Schmidt, un experto lobista, no da puntada sin hilo. Yo, por lo menos, no descartaría que entre él y sus clientes, que a buen seguro conocen la ventana Overton, tienen en mente cómo conseguir que su tesis acabe siendo vista como sensata y aceptable.
No sería por demás la primera vez que la propaganda tecnológica consigue algo parecido. Muchos de los efectos colaterales de una digitalización exenta de control social han pasado a ser aceptables, o como mínimo aceptados como inevitables. Tanto es así que más de una propuesta de poner orden en el sector tecnológico, la extensión de la IA incluida, caerá fuera de la ventana Overton al ser tildada de radical o inaceptable. Será cuestión de arremangarse.